Abuso sexual


El abuso sexual en la infancia y la adolescencia, es una de las más tremendas formas de maltrato.
Se lo define como la utilización de un menor para la satisfacción de los deseos sexuales de un adulto encargado de los cuidados del niño y/o en quién éste confía.

Síntomas y daños
Ya que es difícil que la niña cuente a su familia lo que le esta ocurriendo, o la experiencia que ha vivido en el pasado, es que los médicos debemos considerar distintos síntomas no relacionados a los órganos genitales para arribar al diagnóstico.
Entre ellos: dolor abdominal, de cabeza, trastornos escolares, etc.
El examen físico debe ser realizado minuciosamente, para evaluar las posibles lesiones.
Es importante tener en cuenta que abuso sexual no es sinónimo de violación, ya que en esta última se utiliza la fuerza física y ocurre de manera aislada y accidental.
Es característico del abuso que sea un hecho que se ha repetido en el tiempo y generalmente provocado por una persona de la familia o allegada, en quien el menor confía. Esto imposibilita que la víctima cuente lo que le ocurre y de esta manera se va postergando el diagnóstico.

Salvo en los casos en que ocurre penetración vaginal, las lesiones se limitan a la región vulvar y área anal, ya que generalmente son manipulados por contacto oral, digital o genital.
La ausencia de lesiones físicas no es sinónimo de que el relato de la niña no sea cierto, por el contrario, es ese mismo relato el indicador más específico.
Solo en el 30-40% de las menores víctimas de abuso sexual se pueden demostrar alteraciones en los genitales.
El abuso anal se produce más frecuentemente en los varones.
Siempre que se detecten enfermedades de transmisión sexual en una niña/o posteriormente al período neonatal, es signo de abuso sexual.

 

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