Poco tiempo después que el doctor Simpson
introdujera el cloroformo como anestésico
para el parto, el doctor Snow lo utilizó
para atender a la reina Victoria de Inglaterra,
dando lugar al llamado "parto a la reina",
es decir, con anestesia general.
Su uso se generalizó
y prolongó hasta fines de la década
del setenta, en que gracias a los nuevos criterios
de responsabilidad médica, así como
el advenimiento de la escuela neonatológica,
cayó rápidamente en desuso. Por
supuesto que no era cloroformo lo que se continuaba
utilizando, sino gases anestésicos más
modernos y menos nocivos para la madre y el hijo.
Pero aún así el parto con anestesia
general distaba de ser un ideal para imitar.
Anestesia general
La parturienta debe estar
despierta y totalmente lúcida para poder
disfrutar de uno de los episodios más trascendentes
de su vida, así como para poder colaborar
activamente en todo aquello que permita a su bebé
nacer en mejores condiciones. Casi podría
decirse que -salvo el esnobismo o una cuestionable
conducta médica- no hay justificativos para
el parto con anestesia general.
De todas formas, si debiese
practicarse este tipo de anestesia, ello sólo
está legalmente permitido si la misma la
efectúa un anestesista debidamente capacitado.
No es correcto hoy día que la partera administre
el gas anestésico con una mascarita, sin
los debidos controles sobre la paciente que realizaría
un anestesista.
Cuando se practicaba la anestesia de tipo general,
a veces se producía un efecto tan importante
que detenía el parto por disminución
de las contracciones. Esto llevó en otras
épocas a asociar el empleo de este tipo
de anestesia con una mayor incidencia del uso
del fórceps (que era necesario para llevar
adelante el parto).
Anestesia peridural
Otro tipo de anestesia,
totalmente diferente, ha tenido gran difusión
en obstetricia, muy especialmente en nuestro país.
Se trata de la anestesia epidural o peridural. Esta
permite mantener la lucidez de la paciente, aunque
disminuye parcialmente su poder de colaboración
debido a que pierde el control de la mitad inferior
de su cuerpo.
Ahora se utiliza la anestesia
peridural continua, que permite la permanente
administración del anestésico, en
poca cantidad, a medida que disminuye su efecto.
Otro beneficio de este tipo de anestesia es que
puede prolongarse tanto tiempo como sea necesaria.
Para efectuar esta anestesia se debe poner a la
paciente sentada con la espalda encorvada, o bien
acostada en posición "fetal".
Previa antisepsia de la piel de la espalda, se
introduce una aguja hasta dentro de la columna
vertebral, pero por fuera de la médula.
Esto no produce dolor porque se anestesia localmente
toda la zona a tratar.
Por dentro de esta aguja se
introduce un fino catéter de plástico
que queda en el lugar hasta que la paciente esté
en condiciones de regresar a su habitación.
Se retira la aguja, y como el catéter es
flexible, la parturienta puede movilizarse libremente.
En el extremo del mismo se acopla una jeringa
con Xylocaína (MR). A medida que se necesita,
se va administrando el fármaco de a poco.
En manos expertas el procedimiento dura unos pocos
minutos. Si la columna de la paciente no es recta,
puede demorarse un poco más. Durante ese
tiempo es necesario que la espalda se mantenga
encorvada al máximo, para facilitar a la
aguja la penetración por el espacio que
existe entre cada vértebra. Si viene una
contracción hay que avisar, para que el
anestesista detenga momentáneamente su
trabajo. Esto, aunque no lo parezca, es sumamente
sencillo y nada complicado.
¿Es necesaria?
No concluirá nunca
la discusión acerca de si es correcto, oportuno,
necesario, conveniente o exagerado este tipo de
anestesia. En todo caso podría decirse que
debe evitarse su empleo masivo, de rutina. Debe
limitarse a aquellos partos que lo requieran, sea
por razones técnico-obstétricas o
por elección de la paciente. Esta decisión
no debe estar influenciada por parteras, médicos
o consejos de amigas. Es algo personal que debe
meditarse previamente. No se es ni mejor ni peor
madre porque se utilice o no anestesia peridural.
Hay partos muy lindos con anestesia, pero muchos
más sin anestesia.
Cuando la anestesia peridural
está correctamente dosificada, no se pierde
la sensación de pujo (que es lo que en
las primeras épocas dificultaba la terminación
del parto). Es necesario por ello controlarse
y no asustarse por un poco de dolor. No es que
la anestesia no sirva, debe ser así porque
aunque no lo nota la parturienta, ya está
actuando a nivel del cuello uterino y las partes
blandas que componen el canal del parto. |