Audicion: escucha bien??

Hay que corroborar que el pequeño oiga bien antes de cumplir los 18 meses de edad.


La pérdida de audición en bebés y niños pequeños hasta ahora era difícil de diagnosticar, generalmente salía a la luz entre los 18 meses y los 3 años, porque el niño no empezaba a hablar o presentaba dificultades en su comunicación habitual.
Además, tampoco se disponía de soluciones eficaces.
Sin embargo, hoy en día hay tratamientos y métodos de detección precoz que permiten minimizar mucho las consecuencias de una audición deficiente. Una salvación para los niños y sus familias.
Es muy importante saber que el  85% de las dificultades para la audición ya existen al nacer.

En el ultimo informe de la Organización Mundial de la Salud y el CDC, cinco de cada mil niños nacen con algún tipo de dificultad auditiva, en diferentes grados.
El resto de los problemas de audición son adquiridos por diferentes causas y a distintas edades.
Hay un periodo especialmente crítico para diagnosticar y corregir los trastornos de audición, y es entre los 6 y los 18 meses.
En esta etapa el niño aprende a hablar. Detectar la pérdida de audición en estos meses evita retrasos en el desarrollo del habla, la lectura y la escritura y, en general, dificultades en el área intelectual  y de socialización, generadas por estos retrasos. Hay que estar bien atentos.

Sin embargo, hoy se presenta una  buena expectativa  ya que  existen métodos sencillos que permiten detectar los problemas auditivos desde el primer día de vida, y utilizar el tratamiento adecuado en el primer año de vida sin pérdida de tiempo.
El resto de las pérdidas auditivas son adquiridas, generalmente a una edad mayor o incluso progresivamente. También en estos casos es importante descubrir el problema lo antes posible (estar atentos a los antecedentes familiares y contárselos al pediatra contribuyen fuertemente a un diagnostico temprano), aunque el niño ya haya desarrollado las habilidades del lenguaje. Los trastornos de audición no tratados, están en el origen de dificultades de adaptación social y problemas de aprendizaje, que se pueden evitar con relativa facilidad.
Cuando hay que consultar con el pediatra o el especialista:

  • Cuando el bebé no reacciona ante los sonidos fuertes y repentinos.
  • El niño no reconoce nuestra voz a los seis meses, y no gira la cabeza para buscarnos cuando hablamos.
  • Al año no empieza a articular las primeras palabras.
  • Cuando el pequeño comienza de repente a manifestar problemas de atención en el colegio.
  • Dice palabras incompletas.
  • Necesita subir mucho el volumen de la televisión.

El pediatra prestara mas atención a la audición:

  • Antecedentes familiares de pérdida de audición.
  • Bajo peso al nacer (prematuros extremos).
  • Complicaciones durante el parto.
  • Hipoxia neonatal
  • Transfusión de sangre al nacer por tener la bilirrubina demasiado alta.
  • Consumo de determinados medicamentos (llamados ototóxicos).
  • Infecciones frecuentes de oído.
  • Enfermedades infecciosas como la meningitis.
  • Golpes fuertes en la cabeza.
  • Exposición a sonidos fuertes, aunque haya sido durante un periodo corto de tiempo.

Como detectar la falta de audición:

1. Con un sencillo test de dos minutos de duración (Emisiones Otoacústicas), y sin necesidad de colaboración, se puede detectar desde el primer día de vida del bebé si en principio tiene o no dificultades de audición. Con un aparatito se envía un ruido que viaja por el oído del bebé; si lo reciben las células de la cóclea, envían un ruido de vuelta que se puede recoger.

2. Esta prueba no es definitiva. Si se manifiesta un posible problema, el especialista pide una segunda prueba (Potenciales Evocados Auditivos del Tronco Cerebral) en la que se confirma (o no) el primer diagnóstico y se define el grado de pérdida de audición. Se realiza mientras el niño o bebé duerme, con unos electrodos que recogen los estímulos con los que el cerebro responde. La respuesta nos da información de qué oído está afectado y en qué grado.
¿A qué se debe?
Las causas de pérdida de audición son tres: interferencia (por ejemplo, mucosidades en el oído medio) en la transmisión del sonido desde el exterior hasta el oído interno (esta pérdida suele ser leve y transitoria); lesión en el oído interno o en el nervio auditivo o mal funcionamiento de estos (puede ser leve, moderada, severa o profunda) o la coincidencia de los dos problemas anteriores.
Tratamientos

   Dependerán del tipo y cantidad de la pérdida auditiva y será específico para cada niño.
 

Crecer Juntos® acompaña a los papás y las mamás en la compleja tarea de ser padres, sin pretender bajo ningún concepto reemplazar la figura del pediatra o médico de la familia.