Ya han pasado los nueve meses de espera, de
preparativos, el nacimiento de un hijo es
el momento más feliz de la vida pero
sin embargo, al comenzar la maternidad algunas
mujeres se quejan de tristeza, ansiedad, nerviosismo,
miedo, entre otras cosas.
Estos sentimientos son comprensibles
si se tiene en cuenta lo que debe pasar la madre
después de dar a luz (la recuperación
física, atender al bebé, nuevas
responsabilidades). En ciertas ocasiones, puede
llegar a sentirse incapaz de asumir la nueva situación.
Cuando esto sucede aparecen los sentimientos depresivos.
Hay ciertos factores que pueden ayudar a que aparezcan
síntomas de depresión, pero todavía
no se sabe la causa concreta de por qué
algunas mujeres lo sufren y otras no.
Asumir
las novedades no es nada fácil
Es lógico que en el posparto la madre se
note fatigada e incómoda, ya que ha pasado
por una experiencia agotadora. Regresar a casa
es difícil, hay que afrontar la vuelta
a la normalidad: los quehaceres cotidianos, y
la crianza del bebé que requiere atención
y cuidado constante. Esto genera una fuerte presión
que puede generar estrés, confusión
e inseguridad en la madre, más aún
cuando se es primeriza y no se tiene experiencia
al respecto.
En el embarazo el bebé
está bien alimentado, protegido y a salvo
de los riesgos del exterior. Pero un recién
nacido es lo más indefenso que existe,
entonces aparece el miedo a no saber cuáles
pueden ser sus necesidades, cuándo las
tiene y a no poder atenderlas correctamente.
Además de los sentimientos de tristeza
posparto también intervienen otros factores
que están ligados con el aspecto psíquico.
Es común que la mujer esté triste
por el embarazo e imagine el parto como una experiencia
de pérdida.
La conexión que había durante el
embarazo entre el bebé y la madre se rompe
después de dar a luz. Ahora el bebé
es parte del mundo, y es natural que la mamá
tenga cierta sensación de vacío.
La madre se da cuenta que ella ya no es el centro
de atención como lo era durante el embarazo,
sino que ahora es la criatura la que acapara las
miradas y el interés de los demás.
Conjuntamente, siente que es hora de responsabilizarse
y cuidar de otra persona. Sufrir una depresión
posparto puede depender de saber asumir o no el
cambio de hija a madre.
Dar a luz no convierte a la
mujer en el ser más feliz del mundo y tampoco
es cierto que todas las madres deban sentir cariño
por la criatura que acaban de tener. Al fin y
al cabo es la primera vez que se encuentran cara
a cara con su hijo y tal vez no es lo que habían
imaginado. Lo malo es que algunas mujeres se culpan
por eso, aumentando la probabilidad de sufrir
una depresión posparto. Por eso, en estos
casos es conveniente tranquilizarse y pensar que
hay que adaptarse a lo nuevo, y que la cotidianidad
hace el cariño, incluso con los hijos.
Los síntomas
Hay diversos grados, desde una simple melancolía
hasta el extremo que la mamá llega a perder
el contacto con la realidad sufriendo una psicosis
puerperal. Los síntomas depresivos no se
manifiestan de forma continua sino que son brotes
repetitivos de sentimientos negativos tales como:
pena, angustia, temor. A veces, la mujer no es
consciente de lo que le está pasando.
La tristeza no es lo mismo que la depresión.
El cambio hormonal (después del parto,
los estrógenos bajan de repente) favorece
el cambio de humor. Cuando se trata de mujeres
con predisposición a algún tipo
de trastorno psíquico, la depresión
puede convertirse en el detonante de una patología
más severa. En la mayoría de los
casos, está situación se supera
sin mayores consecuencias.
La tristeza suele aparecer a los tres meses de
edad del bebé, para desaparecer entre los
seis meses y el año. Si pasado este tiempo
los síntomas no desaparecen y se hacen
más constantes o el sufrimiento es excesivo
o continuado, conviene consultar a un especialista.
La convivencia con la
pareja también cambia
Luego del parto a la mujer
le da la impresión de que ya no es atractiva
para su pareja. La aceptación de la propia
imagen luego de dar a luz es otro elemento que puede
influir en la aparición de síntomas
depresivos. Considera que el cuerpo que antes era
para el amor ahora se redujo a las funciones maternales
de albergue y alimentación. Le cuesta asumir
que su nuevo papel de mujer-madre puede compaginarse
con el de mujer-amante. El paso de pareja a familia
siempre exige un esfuerzo de reajuste.
Estar preparada para la maternidad es indispensable
para evitar una depresión, por eso los cursos
de preparación para el parto son importantes.
Si la futura mamá está bien informada
y sabe lo que puede ocurrir luego de dar a luz,
va a reaccionar mejor a sus estados de ánimo
variables y los aceptaría como algo natural.
El agotamiento favorece la
depresión, y darle
el pecho y los llantos
nocturnos del bebé requieren mucho
esfuerzo. La compañía es buena siempre
y cuando estén dispuestos a darle una mano
a la nueva mamá ya que no es fácil
afrontar todo esto sola, por eso es conveniente
siempre que haga falta pedir la ayuda de amigos,
familiares evitando aquellos de personalidad conflictiva
o depresiva.
Es vital que la mujer pueda expresar sus inquietudes,
compartir sus sentimientos, ser escuchada. Y que
el padre se muestre dispuesto a cooperar. El bebé
es de los dos, y si él se involucra en
su cuidado, la madre va a sentirse más
confiada y relajada.
De este modo, el reinicio de la actividad sexual
beneficia a la pareja y aumenta un poco el autoestima.
Ella se vuelve a sentir deseada y él se
siente readmitido en la vida de su mujer, que
últimamente ha estado pendiente del recién
nacido.
Asimismo, es conveniente descansar y relajarse
en los escasos ratos libres (hay que aprovechar
cuando el bebé duerme), y proponerse dejar
las tareas domésticas a un segundo plano.
Además, sería bueno evitar pasar
mucho tiempo encerrada en casa. Un poco de ejercicio
al aire libre ayuda a despejarse.
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