Primeros indicadores de la pubertad


Este es el fin de la latencia, que comienza aproximadamente a los seis años pero termina en distintos momentos en función de cada chico y de cada familia. Es ahora que nos encontramos con una superposición entre lo emocional y lo biológico. Es ahora cuando se pondrán en juego todo lo aprendido en los años anteriores.

La manera como cada niño haya vivido los límites, las frustraciones, las relaciones con los demás, marcará considerablemente esta nueva etapa de irrupción, de cambios y de búsqueda permanente de aceptación.

¿Cuándo comienza la pubertad? ¿Cuándo se experimentan los primeros cambios corporales o cuándo la chica o el chico tienen una apertura diferente en lo que hace a la relación con sus papás? ¿Cuándo se dan cuenta de que sus padres son diferentes de sus ideales y comienzan a humanizarlos? Es un proceso complejo que se inicia a los ocho años de edad y en el que los hijos deberán pasar por grandes y numerosos duelos, por ejemplo: el abandono del cuerpo infantil, la pérdida de la imagen idealizada de los padres, cambios en la personalidad y el estilo personal, entre otros. Señalar el tiempo de latencia como de tranquilidad no es pensar que nada está ocurriendo; el aparato psíquico y el cuerpo biológico se están preparando, existe una suerte de trabajo silencioso que no sólo no hace ruido sino que no se ve.

Todavía se pueden incluir los ocho o nueve años dentro del período de latencia, pero cualquiera de las manifestaciones mencionadas anteriormente nos indicarán que la pubertad se está haciendo presente, que nuestros hijos están entrando en otra etapa y saliendo de ese período de calma y estabilidad. Podemos establecer la comparación con un volcán dormido, que espera hacer erupción de un momento a otro. Por este motivo hay que estar atentos y seguir de cerca cada uno de los cambios que irán aconteciendo, no sólo en la esfera física sino también en lo que se refiere a la adaptación social y emocional.

Anticiparse y estar prevenidos tanto padres, maestros, como profesionales de la salud, contribuirá a evitar que surjan situaciones que salen de lo esperado y ponen en condición de vulnerabilidad o riesgo a esta personita en crecimiento. Crecimiento que para algunas cosas no demorará más que semanas o pocos meses. De repente nuestros niños pasan a ser adultos en miniatura, tratando de asimilar la nueva imagen que les devuelve el espejo, aprendiendo a soportar y convivir con nuevos olores, acné y otros cambios que los ponen nuevamente en movimiento emocional.

En este tiempo podemos observar que los chicos se sienten más cómodos con sus pares del mismo sexo, sean varones o mujeres, y moviéndose en grupos. Estar con el sexo opuesto todavía no es una situación demasiado confortable. Si bien las chicas tienen un desarrollo biológico más acelerado que los chicos en lo que hace a la comprensión de las relaciones heterosexuales, no les resulta tan sencillo al momento de establecer lazos de amistad.
Es así que en las reuniones vemos que los muchachos están a los empujones o jugando por un lado, mientras que las chicas hablan o bailan entre ellas, aunque esto no quiera decir que no se estén mirando.

Adolescencia temprana
Resulta difícil pensar en “preadolescencia”; me gusta más creer que es la adolescencia la que irrumpe en un momento y que los anteriores son tiempos previos a otros evolutivos. De ahí que la consideremos como un momento del ciclo de la vida, como es la niñez, la edad adulta o la vejez. Cada uno con características, situaciones y problemas que los hacen muy propios.
Sí es importante e interesante diferenciar la pubertad de la adolescencia, ya que esto nos permitirá una mejor comprensión de todo el proceso de cambio.

Fuente: "Hijos adolescentes. El desafìo y la oportunidad de ayudarlos a crecer". Dr. Enrique Berner.

 
 

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