El padre se ha convertido en una ayuda constante
e importante. Debe asumir un rol protagónico
junto a su mujer y al hijo por nacer. Ya no
es útil la figura decorativa, pasiva,
asustada.
Esa imagen tan antigua y
superada de un papá nervioso que camina
sin sentido por los corredores fumando ininterrumpidamente
debe desterrarse pues de esta manera no se asume
la responsabilidad que la naturaleza le ha asignado.
Muchos años de una equivocada cultura hizo
creer en algún momento que el parto era
cosa de mujeres. No es así. Hoy sabemos
que debe procurar superar sus propios miedos y
estar junto a su esposa, ayudándola y reforzando
momento a momento su trabajo, con cariño
y dedicación.
No puede ser más un hombre ignorante de
todo lo que va a acontecer. La ignorancia es la
principal razón que desalienta al hombre
a participar de “su” parto.
La presencia del padre en
sala de partos debe precederse de una instrucción
acerca de que és lo que va a ver y cual
será su función. No sirve de nada
"arrojar" a un desprevenido inocente
a lo desconocido. Es posible que sólo sirva
para crear confusión. Pero cuando ha participado
de la preparación psicoprofiláctica,
su presencia es importante.
Participará del desarrollo
del parto al lado de su mujer, desde donde no
verá sangre ni heridas. Junto a ella pujará
y se relajará, brindándole caricias
y confort durante las contracciones. "Hinchará"
como un fanático de fútbol, alentando
a su "equipo favorito" -su mujer- durante
el período dilatante y el expulsivo.
Papá puede ayudar
El puede ayudar llamando al médico, a la
partera, acompañando a su mujer en la internación.
Debe estar presente en todo momento. Hace falta
para dar aliento, ánimo y apoyo. La parturienta
sentirá alivio al escuchar a una voz familiar
muy querida. Debe sentirse emocionalmente acompañada.
Si puede, debe ayudar en los
ejercicios de relajación y respiración,
tanto en el entrenamiento como durante el parto.
Sentirse parte de todo lo ayudará a convertirse
más fácilmente en papá. Estar
presente lo hará más tolerante ante
las variantes emocionales de la mujer durante
el trabajo de parto. Aumentará su percepción
y comprensión de la particular psicología
de la embarazada y la parturienta.
Si no se siente seguro, no
es obligatorio que presencie el parto. Esta eventualidad
no debe sentirla como vergonzante. Puede seguir
de cerca los acontecimientos permaneciendo junto
a la sala de parto, pero “participando”
del acontecimiento y no pasando el tiempo como
un mero espectador. La mayoría de los papás
que han acompañado a sus mujeres durante
el curso de preparación para el parto están
más motivados a tener una presencia activa
porque han podido disipar sus temores y ordenar
sus sentimientos. Esta actitud une al hombre a
su mujer creando una base más firme para
enfrentar la nueva tarea que les llega: ser padres.
Cuando nazca el bebé,
acompañará al neonatólogo
en su examen en la sala de recepción, como
prolongación de los ojos y los oídos
de su mujer. Una vez listo para entregárselo
definitivamente a la madre, será él
el encargado de hacerlo. ¡Hay que ver la
cara de un padre primerizo, fuerte y grandote,
llevando a su recién nacido en brazos como
si fuera de cristal, con una delicadeza que nunca
había tenido antes en su vida!
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