Problemas para amamantar


Es normal que en un principio existan ciertas dificultades frente a esta compleja y nueva tarea para la mamá. Sin embargo, no es motivo para alertarse.


Es importante comprender que al igual que las madres, los niños también están transitando un período de aprendizaje, en el cual ambos necesitarán tiempo para acostumbrarse.

Suele ser habitual que el recién nacido, durante las primeras 24 a 36 horas, no mame demasiado o con mucha fuerza.
Pero, si esto se extiende más tiempo es posible que exista algún inconveniente.

Uno de lo más comunes es la dificultad de respiración provocado por el mamar.
Es posible que el pecho le cubra las aletas de la nariz. En tal caso, la mamá durante la alimentación deberá tirar con suavidad del pecho hacia atrás, justo por encima de la aureola para apartar la cara del bebé.

Otra opción posible es que el bebé tenga la nariz tapada o dificultad al respirar. En tal caso, es imprescindible concurrir al pediatra para que después de evaluar indique que hacer, por lo general alcanza con un aspirador nasal para extraer los moquitos o cascaritas que hay en la nariz.

Otra opción posible es que el niño este inquieto. En algunos casos un bebé que ha llorado con hambre resulta demasiado tenso como para tomar el pecho. Es aquí en donde la interacción entre mamá y bebé se vuelve más importante ya que es ella quien necesitará tranquilizarlo, ya sea, cantándole, acariciándolo, hablándole o simplemente sosteniéndolo con firmeza. En el caso específico de los bebés prematuros el rol de la mamá se vuelve más importante aún ya que deberá ser perseverante y paciente. Aquí, al bebé le será más difícil tomar el pecho por lo que extraer la leche y dársela con un biberón resultará una alternativa importante.

En muy pocas oportunidades se debe considerar la opción de dar biberones suplementarios que pueden favorecer a que las madres dejen de alimentar a sus hijos.

La mayoría de los bebés disfrutan mamando de los pechos de sus madres.
A esta acción se la denomina Succión de placer y es importante que la mamá logre diferenciarla con la verdadera alimentación.
El bebé toma la mayor parte de su alimento entre los primeros 5 y 10 minutos. Sin embargo, es posible que muchas veces suceda que el bebé succiona fuerte sin tragar. No existen inconvenientes por las cuales el niño se vea impedido a realizar la succión de placer siempre y cuando esta acción no lastime a la mamá.

También puede suceder que el bebé no parezca interesado por el alimento los primeros días. Sin embargo la mamá debe procurar que el niño tome todo lo que quiera de un pecho.
Si el bebé se queda dormido significa que esta satisfecho y que no se quedo con hambre. Es recomendable despertarlo pasada las dos horas y ofrecerle una nueva toma de alimento que con gusto aceptará si tiene hambre. En el caso de los bebés prematuros, es necesario despertarlos para alimentarlos con regularidad ya que en estos casos suelen dormir mucho.

Otra dificultad que puede surgir al momento de amamantar es cuando el bebé no se alimenta relajadamente ni tampoco queda satisfecho. El problema aquí puede radicar en que el bebé solo mame del pezón y no obtenga suficiente leche. Es importante verificar que el niño se encuentre colocado en la posición correspondiente.

Datos a recordar

  1. Si el bebé desea seguir mamando a pesar de haber terminado de alimentarse de ambos pechos no significa que tenga hambre sino que simplemente disfruta haciéndolo.
  2. Otro factor importante que incentiva a los bebés a seguir mamando aun tras haber vaciado los pechos de su mamá puede ser la sed.
  3. Si el bebé parece inquieto y hambriento es recomendable que lo lleve al pediatra, quien seguramente lo pesara para ver si esta cumpliendo realmente con el aumento de peso esperado.  Si no sucede esto significa que la mamá esta produciendo una menor cantidad de leche que puede estar ligado al estado de ánimo de ella o al simple hecho de que este cansada.
 

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