La rinitis alérgica (RA) es una de las enfermedades más prevalentes del mundo y puede deteriorar el funcionamiento diario y la calidad de vida.
Los síntomas incluyen rinorrea, congestión nasal, estornudos, prurito ocular y nasal. El número de niños afectados se ha duplicado en los últimos 20 años.
La prevalencia de 12 meses de RA pediátrica se estima en 40%, lo que la convierte en el trastorno crónico más frecuente durante la niñez.
Las consecuencias de la enfermedad pueden incluir pérdida de días de escuela, reducción de la capacidad de aprendizaje y del desempeño escolar, deterioro del sueño e incremento de la fatiga durante el día. Además, el costo socioeconómico de la RA no es menos considerable.
El término rinitis se refiere al compromiso nasal inflamatorio y se considera patológica cuando los síntomas –goteo nasal, estornudos y congestión- se vuelven suficientemente intensos como para requerir tratamiento. El compromiso de la mucosa nasal pueden afectar el funcionamiento normal de la nariz, es decir su capacidad olfatoria, como cámara de resonancia, como conducto para el pasaje de aire hacia y desde los pulmones y para humidificar, calentar y filtrar dicho aire. La reacción alérgica produce contracción del músculo liso, vasodilatación, incremento de la permeabilidad e hipersecreción de mucus. La rinitis puede ser estacional –con síntomas en el otoño o primavera por la polinización- o perenne, debido a ácaros, mohos o caspa animal.
Los pacientes con RA tienen riesgo aumentado de padecer asma, y en ambos casos puede presentarse dermatitis atópica
Tratamiento
El tratamiento de la RA incluye: antihistamínicos, descongestivos, antagonistas del receptor de leucotrienos, cromoglicato de sodio e inmunoterapia específica.
Los antihistamínicos son efectivos para aliviar los síntomas de RA en niños, y por ello aún constituyen el tratamiento de primera línea. Los de primera generación -clorfeniramina, hidroxicina, difenhidramina- provocan efectos colaterales en el sistema nervioso como sedación y enlentecimiento del procesamiento cognitivo, lo que puede agravar los problemas de aprendizaje relacionados con RA. Los nuevos antihistamínicos como cetirizina, desloratadina y fexofenadina, causan menor sedación, requieren menor frecuencia de dosis y no producen cardiotoxicidad. La fexofenadina no provoca sedación, aún en dosis altas.
Los corticoides intranasales alivian los síntomas nasales pero no los oculares, y parecen no tener efectos sistémicos. La budesonida, el furoato de mometasona y la fluticasona IN no alteran el crecimiento en niños. La inmunoterapia es el único tratamiento modificador de enfermedad y la prevención comprende diversas medidas para evitar la exposición a alergenos.
La rinitis alérgica tiene un impacto negativo en los niños en cuanto a su bienestar físico, social y psicológico y en su desempeño académico, por lo que un tratamiento adecuado con alta adherencia es mandatorio.