La siesta


Hasta que los bebés cumplan tres años de edad, necesitan dormir un ratito como mínimo durante el día.

¿La siesta, porqué es necesaria?
Si respetamos los ritmos biológicos, sería lo natural dormir un ratito durante la tarde. Cuántos de nosotros, los adultos, deseamos en el medio de nuestras obligaciones cotidianas echar un “sueñito” después de almorzar.. En efecto, hay países que están planeando instaurar la siesta en el horario laboral, en pos de una mejora en la productividad. Si esto es así en relación con los adultos, no cabe duda que es mucho más necesaria cuando se habla de niños. Hasta los tres años, por lo menos, ellos necesitan esta costumbre saludable. De todas formas, antes que nada es necesario examinar la evolución del sueño.

En el transcurso de los primeros meses, pasan gran parte de la noche y el día durmiendo.
El tiempo que duermen durante el día va en disminución, y para el final del primer año de vida, a la mayoría de los bebés les alcanza con dos siestas: una antes y otra después de almorzar, de una hora aproximadamente cada una. Luego del año, hasta el año y medio suelen dejar la siesta por la mañana y le basta con dormir una hora luego del almuerzo. Y por la noche, ocupan casi doce horas de sueño. Claro que estos enunciados son variables de acuerdo a cada bebé, y están influidos por el ejercicio que realicen durante el día y el ajetreo. Hacia los dos años continúan con la hora de sueño después de comer, y se mantendrá posiblemente hasta cumplir los tres años. Y en las noches, tendrán un sueño de once horas, aproximadamente.

¿Y si no duerme después del mediodía?
Casi todos los niños abandonan la costumbre de la siesta al cumplir los cuatro años, y muchas veces los papás dejan de creerla necesaria. Pero es muy difícil que un niño de esta edad pueda transcurrir todo el día sin dormir por lo menos unos minutos, y es luego del almuerzo donde todos, niños y adultos, sentimos ese cansancio característico. Es probable que el niño se encuentre más irritable por la tarde si no descansa durante esa sobremesa, y es probable que se duerma en cualquier sitio hacia las 6 o 7 de la tarde. Al ocurrir esto, por la noche le será más dificultoso conciliar el sueño, y este efecto posiblemente altere todo su cronograma diario.

La siesta en los niños contribuye a la asimilación del almuerzo, hace que estén menos irritables durante la tarde, de buen humor, con nuevas energías y despejados para enfrentar la segunda parte del día. Y para los papás es una ventaja, al poder disponer de ese tiempo para ambos, o también disfrutar de una siesta y después no enfrentarse a la tarea de lidiar con su hijo más irritado que de costumbre.

Pero puede haber niños que no están dispuestos a hacernos tan simples las cosas... Analicémoslo. Un domingo por la tarde, la familia termina de almorzar, e invade una sensación placentera...Es hora de una siesta! Pero...el pequeño no tiene en sus planes irse a dormir. No se detiene ni un segundo, quiere jugar, ejercer su independencia y satisfacer la curiosidad.
Y al llegar el verano, todo se puede complicar, porque nuestro ritmo de vida cambia junto con el de él. El papá, la mamá o los dos tienen jornadas intensas y pueden llegar a casa más pronto. Entonces, el horario de las comidas cambia, si hay hermanos más grandes y están de vacaciones escolares, esto supone una excitación para el bebé más grande al estar todos en casa, todo el día.

Y al momento de ir de vacaciones, la excitación es mayor aún. El cambiar de vivienda, nuevas emociones y actividades, la pileta, la playa. Todo ayuda a romper las costumbres habituales y por esto se pasa por alto la siesta.
Agreguemos la costumbre tan de verano de tener más vida nocturna: Las familias gustan de disfrutar las noches calurosas en la calle. Además se levantan más tarde. Al formar parte de esos cambios horarios, los chicos suelen perder las ganas de una siesta luego de comer.
Síntomas.
Los niños realmente son rutinarios, rítmicos. No son tan vulnerables como para no poder resistir los cambios de horarios, pero es de esperar que si se produce se mantenga constante. Si durante la semana no hace siesta, no se puede esperar que duerma un domingo, por ejemplo, o que duerma mucho si le cambiamos de horario de siesta periódicamente. Debemos continuar un horario.
Algunas señales nos indicarán si el pequeño está bastante descansado. Si se lo ve activo durante el día y feliz, y en la noche duerme suficiente cantidad de horas y con un buen sueño, no es tan necesario que duerma una siesta. De todas maneras, debemos ofrecerle la posibilidad de hacerla y así intentar recuperarle la costumbre, ya que es posible que luego de los primeros días de euforia y actividad intensa, empiece a demostrar que necesita recuperar su tiempo de siesta habitual.

¿Hay signos de sueño insuficiente?
Si, son los siguientes: al levantarse se queja de dolor de cabeza, tarda en despertarse, se muestra cansado y soñoliento en el día, está irritable y se queda dormido en cualquier lugar. Debemos estar atentos a las señales y determinar horarios nuevos de siesta, que pueden coincidir con los de la casa o un poquito distintos. Al ver que bosteza, se lo ve quieto, muestra poco interés en los juguetes o las personas, se frota los ojitos, no debemos dejar pasar el momento, ya que si no puede estar excesivamente cansado y conciliar el sueño será más dificultoso para él.

¿Tenemos solución?
Luego de mirar sus conductas unos días sabemos identificar cuál es el momento perfecto para hacerlo dormir. Con sentido común, tratemos de adaptarlos, por ejemplo, es mejor que no sea muy tarde para que eso no interfiera en el sueño por la noche. Luego del almuerzo es cuando el organismo está más preparado para dormir; entonces no será complejo ordenarlo en relación a esta ocasión. Deberemos planificar el día en torno a este nuevo horario; tratemos de no idear actividades intensas para la hora en que el bebé necesita su siesta.
En resumen, lo que haremos es intentar crear nuevas rutinas o hábitos, como se hacía en época invernal. Se pueden utilizar elementos que el pequeño relacione con dormir, como la lectura de un cuento, su muñeco preferido, música relajante o masajes. Al realizarse todos los días, estas rutinas harán que el bebé relacione con la siesta y le produzcan sueño.
La siesta no es un modo de sacarlos del medio para que no molesten a los demás, o un castigo para ellos.

Tips que funcionan
-No decirle que va a dormir, ni utilizar pijama. Tampoco llamarla “siesta”.
-Si se resiste a ir a la cama, se puede quedar sin desvestirse en un sillón, en el suelo con una mantita y algunos almohadones, o entretenido con un juguete o un cuento. Es suficiente con que él lo asocie con el momento del descanso.
-Conviene no enredarse con peleas ni hacer que la siesta sea generadora de problemas. Si un día no quiere dormir, no es nada grave; de todas maneras, es conveniente no quebrar la costumbre.
-No es necesario cerrar las persianas totalmente, o dejarlo a oscuras. Un poco de luz le permite distinguir la siesta del sueño nocturno.

 

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Crecer Juntos® acompaña a los papás y las mamás en la compleja tarea de ser padres, sin pretender bajo ningún concepto reemplazar la figura del pediatra o médico de la familia.