Siempre ha habido niños que duermen
mal. Antes se pensaba que cuando un niño
dormía mal era por problemas psicológicos,
falta de afecto o malos tratos. A pesar de
que no sean falsas afirmaciones, estas solo
suceden en el uno por ciento de todos los
casos.
El resto de los chicos con
insomnio son niños normales y su único
problema es que no han aprendido a dormir correctamente.
El sueño es algo que
va cambiando a medida que el niño se vuelve
mayor. Desde que nace hasta los seis meses, su
sueño se va modificando y el se va adaptando.
Poco a poco va entendiendo que tiene que estar
despierto de día y dormido de noche. Muchos
chicos aprenden esto solos y otros necesitan que
sus padres les enseñen y los dirijan.
Los que padecen de insomnio tienen dificultad
para aprender el ritmo vigilia-sueño.
Cuando el niño nace tiene un ritmo de vigilia-sueño
de 3 o 4 horas. Significa que cada tres o cuatro
horas repite lo mismo. Por ejemplo: duermen, se
despiertan y comen. Esto lo hacen varias veces
las 24 horas. En el transcurso de los tres primeros
meses, los niños cambian a un ritmo de
24 horas: duermen por la noche 12 horas y después
hacen la vigilia con pequeñas siestas durante
el día.
El
reloj interno
Este cambio se hace porque existe un pequeño
grupo de células en el cerebro que funcionan
como un reloj. Este reloj interno debe ser estimulado
a través de rutinas o hábitos del
sueño.
Lo que se sabe es que en el 70 por ciento este
reloj con pocas normas funciona. Pero en el caso
de otros niños el reloj necesita más
normas y rutinas fijas. Para crear estos hábitos
se debe relacionar elementos externos con el hábito
en si que queremos inculcar. Pero estos elementos
externos deben permanecer todo el tiempo del hábito.
De nada sirve que después se lo retiremos,
solo lograremos confundirlo mas.
Un ejemplo de esto es darle nuestra mano para
que duerma. Entonces el niño asociará
el acto de darle nuestra mano con el sueño,
por lo que no podremos incorporarle exitosamente
la rutina ya que una vez dormido, cuando nosotros
le retiremos la mano va a volver a despertarse.
O si una vez que se despierta le damos la mano
y otro día le cantamos y otra vez lo mecemos,
entonces estaremos confundiendo al niño
y creando en el un sueño superficial y
con asociaciones indebidas.
Otro factor importante es
que el niño no
asocie la comida con el sueño. Es
por esto que es recomendable que a la hora que
la madre deba darle el pecho al niño haya
algo de luz, música y una estimulación
importante que evite que el niño se quede
dormido.
Es importante que el niño
aprenda desde temprano el respeto por la intimidad
tanto propia como de sus padres estimularlos a
una conducta madura ofreciéndoles un espacio
propio íntimo, solo para ellos, en el que
se encuentren sus pertenencias y donde puedan
tener sus objetos preferidos.
Los chicos responden rápidamente a la idea
de intimidad, sobre todo si se les da un espacio
privado y propio del que se sientan orgullosos,
confortables, un lugar donde ellos mismos puedan
ordenar y al que puedan ir si quieren estar tranquilos
y jugar con sus cosas.
¿A
qué hora acostarlos?
Antes del año:
Necesitan aproximadamente 11 horas de sueño
por la noche y 3 horas durante el día.
Lo ideal sería acostarlos cerca de las
8 de la noche.
De 1 a 3 años:
Necesitan entre 10 y 13 horas de sueño
diarias. La hora idónea estaría
entre las 8.30 y 9 de la noche. No obstante, lo
mejor es observar en qué momento empiezan
a estar somnolientos y establecer ese horario
como habitual para acostarlo.
Entre 4 y 5 años:
Duermen de 10 a 12 horas por noche. Si van a la
escuela deberían estar en la cama 11 horas
antes de entrar, o siempre cerca de las 9 de la
noche. A esta edad las siestas no son necesarias.
Escolares:
La necesidad del sueño se va reduciendo
con la edad, en aproximadamente media hora por
año. Así, un niño de entre
6 y 8 años necesita de 10 a 11.30 horas,
y sucesivamente. Lo ideal es acostarlo siempre
en el mismo horario.
El
osito, un cuento, la nanita....
Para muchos niños el ritual y las rutinas
de sueño están ligadas a un determinado
oso o muñeco preferido con el cual suelen
acompañarse a la hora de dormir y sentirse
protegidos y acompañados. A muchos otros
niños les encanta ponerse un pijama determinado,
divertido que hasta se puede construir a través
del juego con una remera blanca a la que el niño
pintara con dibujos que el quiere. Es posible
que esta rutina o norma con la cual los niños
asocian el sueño se vaya incorporando con
la repetición diaria.
Es muy importante que la hora de acostarse sea
un momento feliz ya que implica el cierre de un
día en el cual cada niño en el momento
evolutivo que este ha descubierto cosas nuevas
y ha estado sometido a millones de estímulos
de todo tipo que de a poco va a ir procesando.
Tal vez por esto es
importante establecer un ritmo que tenga que ver
con el ritmo de la propia familia, sostenerlo
en el transcurso del tiempo evolutivo del niño
garantizará su éxito. Y por otro
lado estar dispuesto a hacer algunas concesiones,
para que el clima antes de dormir sea el mas relajado
posible. También puede llegar a ser reconfortante
algo de música suave y la compañía
de alguno de sus padres, leerles un cuento y ofrecerles
una historia bonita para que piensen mientras
van conciliado el sueño. Pero manteniendo
siempre en mente que no es bueno que nuestros
niños se queden dormidos con una imagen
diferente de aquella con la cual se puedan llegar
a despertar. |