Una de las principales dudas de las mujeres
que reciben la noticia de su embarazo es en
que medida afecta el alcohol que estuvieron
consumiendo durante los primeros días
o meses de gestación.
Afortunadamente,
no existen pruebas de que un módico
consumo de bebidas alcohólicas en las
primeras semanas de embarazo sea perjudicial
para él bebe.
Sin embargo, continuar bebiendo
durante el embarazo podría acarrear consecuencias
irreparables debido a que el alcohol penetra en
el torrente sanguíneo fetal casi en las
mismas concentraciones que se halla en la sangre
de la madre (todas las bebidas que ella toma las
comparte con su bebé). Dado que el feto
demora el doble de tiempo que su madre en eliminar
este alcohol de su sangre, lo que para ella sería
sólo un poco, podría representar
la muerte para su hijo.
Beber en exceso (aproximadamente
5 a 6 raciones diarias) a lo largo del embarazo
puede generar serias complicaciones obstétricas,
como así también lo que se conoce
como síndrome alcohólico fetal (SAF).
Este síndrome es descripto como una resaca
que dura toda la vida y en estos casos los bebés
nacen con un tamaño menor al normal, deficiencias
mentales, múltiples deformidades y una
alta tasa de mortalidad neonatal. En el futuro
esto afectará el aprendizaje, las relaciones
sociales y la capacidad de juicio del individuo.
Es muy importante saber que
el problema no es menor sólo con un consumo
moderado de alcohol ya que éste aumenta
el riesgo de los abortos espontáneos, los
partos
prematuros, las complicaciones en el parto,
y posteriores problemas de desarrollo y conducta.
Aunque la mujer no debe preocuparse
de lo que haya bebido antes de saber del embarazo,
es prudente dejar de beber durante el resto del
embarazo. Si bien para algunas mujeres esto resulta
muy sencillo, existen diversas estrategias, o
mejor dicho recomendaciones, para las que no pueden
adoptar este hábito tan fácilmente.
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