Cambios emocionales


A medida que nos acercamos al final del embarazo comienza una cuenta regresiva: faltan sólo 15 días, ahora 10, ya sólo 5...

Cuando comiencen las contracciones regulares podrán poner en práctica todos aquellos ejercicios que aprendieron durante el embarazo.
Como los atletas que van a competir, hicieron entrenamiento previo. Con emoción por el bebé que ya está por llegar se tolera mejor esta espera, y mucho mejor si el futuro papá acompaña. Cuanto más motivados hayan estado ambos por este embarazo, con más solvencia habrán de desenvolverse.

El momento del parto
Por lo general no hay aviso previo: de repente se inicia el trabajo de parto. Ahora cada embarazada vivirá una experiencia afectiva y física individual, no comparable con las de otras embarazadas. Sin embargo, puede ser útil escuchar las vivencias de otras mamás. Aun cuando esto ocurre en la generalidad de los casos, la primípara no tiene forma de imaginar cómo será su parto. Deberá vivirlo para conocerlo.

Las multíparas se enriquecerán con las experiencias previas. Si fueron satisfactorias, servirán de soporte a su tranquilidad. Les será más fácil reconocer el comienzo de las contracciones que dilatarán el cuello. Cada parto es una experiencia nueva. No suele haber dos partos iguales.
Es el bebé en última instancia quien determina el momento del parto. Para unos es que ya no encuentran placentero su hábitat uterino. Para otros es simplemente una cuestión hormonal. Sea como fuere él es el protagonista.

El miedo
Si te impacientas, estarás más expuesta a vivir el momento con tensión y sufrimiento. La ansiedad por la espera está influida por los miedos.
El miedo durante el parto es causa de tensión. La tensión incrementa el dolor. El dolor produce más miedo, cerrando un círculo vicioso que puede hacer innecesariamente prolongado y doloroso el período de dilatación.

Hay miedos ancestrales que llevamos dentro de nuestro ser. Es importante conocerlos para poder controlarlos. El miedo a la muerte, el miedo al dolor, el miedo a perder el control de las situaciones. Hasta en la Biblia se nos dice que la mujer “parirá con dolor”. Como mujeres libres les toca desandar esos miedos. Conocedoras de verdadero lugar en el mundo –diferente del que se le había asignado desde los orígenes de la civilización occidental– deben estar a la altura de su responsabilidad.

Hoy ninguna mujer debería sufrir en el parto. Por el contrario, deben sentir la felicidad de esa experiencia y compartirla con su marido. La mamá que afronta su parto con conciencia y conocimiento se siente orgullosa y satisfecha de participar activamente en él. El parto es un acontecimiento en el que se “descubre” al niño que hasta ese momento sólo se lo conocía en fantasía. Es importante para la vida del bebé, de la mamá y del papá. Pero es sólo el comienzo de la aventura. Le espera un enorme desafío que debe encarar con responsabilidad: criar y educar a su hijo. El parto dura tan sólo un momento, así como el embarazo duró nueve meses. El hijo, ¡toda una vida!

Aun cuando se deba efectuar una cesárea, la mamá permanece consciente y presente en todo momento. Puede así vivir la emoción de la primera mirada dirigida a su bebé. Cuanto más pronto pueda contemplarlo, acariciarlo, sentirlo vivo y emocionarse, más rápida y fuertemente se establecerá el vínculo amoroso entre la madre y el hijo. A medida que pase el tiempo, este amor crecerá y se reforzará.

Si por algún motivo tu bebé debe permanecer un tiempo en incubadora o en lámpara podría ocurrir que experimentaras dificultad en sentir que hay un bebé que es tuyo. Podría demorarse el establecimiento del vínculo afectivo y el comienzo del cariño.

Cesáreas
Algunas mujeres que creen no estar preparadas para soportar los dolores y esfuerzos del parto suelen pedir cesárea como si desearan encontrarse mágicamente con su bebé –como si se lo trajeran de París en cigüena–. Otras madres suelen experimentar una gran frustración si se indica una cesárea, como si un parto de este tipo las convirtiese en “menos mamá”.
No es así. Tanto en el parto vaginal como en la cesárea lo importante es el encuentro en el mundo exterior, cuerpo a cuerpo entre madre e hijo. Como dicen las abuelas: “¡lo importante es que sea sanito!”

No hay un parto “ideal”. Cada parto es el que esa mujer, esa pareja, puede tener en ese momento con ese equipo médico y con ese bebé.

 

Crecer Juntos® acompaña a los papás y las mamás en la compleja tarea de ser padres, sin pretender bajo ningún concepto reemplazar la figura del pediatra o médico de la familia.