Embarazo adolescente.


La maternidad y paternidad son roles de la vida adulta. Cuando sobreviene un embarazo en una pareja adolescente, impone a los jóvenes una sobre adaptación a esta situación para la cual no están emocional ni socialmente preparados.

El embarazo en la adolescencia muy pocas veces es casual y menos aún conscientemente buscado. Obedece en general a una serie de causas psicológicas, sociales y culturales, con un patrón propio que se repite a lo largo de las diferentes poblaciones en que este fenómeno se ha estudiado.

La sociedad en general condena los embarazos precoces más por falta de previsión en la anticoncepción, que por respeto a la vida humana por las consecuencias acarreadas. Pero esta sociedad no facilita para nada a los jóvenes el llegar a soluciones maduras para enfrentar las actuales.

Cuando una joven se ha embarazado, la noticia es recibida con evidente disgusto por su compañero, su familia y su entorno social (escuela, trabajo). No hay datos acerca de que la maternidad en la adolescencia sea bien recibida en ningún grupo de la mayoría de las sociedades actuales.
Si la joven continua el embarazo tiene cuatro caminos posibles:

  1. Criar el niño con la familia de origen (es decir con sus padres), lo que suele ocurrir en las clases sociales más pobres, donde la situación no es una novedad. Este tipo de crianza en "clan" o "tribu", genera confusión de roles y funciones familiares en el niño, pero le brinda a él y a su madre un continente afectivo aceptable.
  2. Casarse o unirse: conviven, pero no tienen la independencia económica necesaria para consolidarse como pareja. Esto, además de la inmadurez afectiva, explica la alta tasa de fracaso de estas uniones.
  3. Dar el niño en adopción: esto tiene un alto costo emocional. La sociedad tiene en general una actitud ambivalente al respecto, con posiciones muchas veces encontradas. La opinión de los jóvenes padres suele ser la que menos se tiene en cuenta.
  4. Alojarse en lugares maternales: que es siempre una solución transitoria y constituye una forma sofisticada de marginación. Las nuevas tendencias son a utilizar pequeños hogares, similares a una familia, en lugar de grandes instituciones impersonales, que se adecuarían mejor a un modelo integrador con posibilidades de producir un impacto positivo en la problemática de la madre adolescente y sola.

Es indudable la carga que para la madre entraña cualquiera de esas posibilidades, sin embargo para el padre también, pero éste en general lo enfrenta con menos frecuencia que la mujer adolescente.

¿Qué pasa con el padre?
Estos jóvenes padres en general suelen tener menos información que sus compañeras sobre el proceso biológico general y la noticia de ser padres suele conmoverlos profundamente. Deben en ese momento asumir un rol que en esa etapa de su crecimiento está cuestionado. Algunos adolescentes lo intentan, pero la desvalorización a la que son sometidos por sus propias familias, las dificultades laborales y económicas, el rechazo social y la relación de conflicto que se establece con su compañera, hace que muy pocos puedan asumir y mucho menos concretar la responsabilidad. Se convierten así en padres abandonantes, con posibles secuelas hasta la fecha no bien estudiadas.
Por ello, el padre adolescente, en esta compleja problemática, es una persona que también requiere ser atendida y considerada por el equipo de salud.

Consecuencias de la paternidad y maternidad adolescente

  • Abandono de la escuela: el embarazo fue una de las causas más frecuentes del abandono escolar en un estudio de Lisnkin en 1986. Los motivos pueden ser por vergüenza o por planes de educación formal difíciles de cumplir cuando se está criando un hijo.
  • Dificultades laborales: los adolescentes tienen en general trabajos mal remunerados y sin contrato, por lo tanto, es habitual el despido cuando se sabe que está embarazada y es muy difícil conseguir empleo en estas condiciones o si ya se tiene un niño.
  • Situaciones de riesgo perinatal para la madre y el niño, que llevan al fracaso en la crianza.
  • Maltrato psicofísico del niño en parte porque es el modelo que recibieron y además porque culpan al niño por la situación en la que están.
  • Dificultades para formar una nueva pareja estable por el estigma que en muchos casos es el ser "madre soltera".
  • Interrupción definitiva del proceso de adolescencia para asumir roles paternales y maternales con todas las exigencias que esto implica.
  • Dificultades para independizarse económicamente quedando expuestos a la posibilidad de que los exploten o que deban continuar dependiendo total o parcialmente del núcleo familiar con todas sus consecuencias.

Recomendaciones para la intervención y ayuda

  1. Prevención primaria: Se refiere a las recomendaciones que se les darían a las adolescentes que no estén embarazadas.
    • Medidas destinadas a evitar el embarazo en la adolescencia.
    • Información sobre fisiología reproductiva gradual y continuada en todos los ámbitos y no solo limitada al ámbito escolar.
    • Utilización adecuada de los medios de comunicación.
    • Estimulación de los jóvenes a la reflexión grupal, sobre los problemas relacionados con cada etapa de la adolescencia.
    • Fomento de la comunicación entre padres o adultos responsables y los jóvenes en lugares comunes que sirvan de foro de discusión.
    • Entrenamiento de las personas que tienen contacto prolongado con adolescentes (docentes, líderes) para la atención de aquellos adolescentes en situaciones de alto riesgo.
    • Captación, por personal entrenado, de los jóvenes que no asisten a establecimientos educacionales ni trabajan, para su reinserción social y educación.
  2. Prevención secundaria: se refiere a las recomendaciones y medidas que se tomarían cuando la joven ya está embarazada.
    • Asistencia del embarazo, parto y recién nacido en programas de atención a adolescentes, por personal motivado y capacitado en este tipo de atención.
    • Asistencia al padre, así como a la madre de la criatura, favoreciendo su participación y ayudándolos a asumir su rol.
    • Información y apoyo psicológico a los jovenes si deciden entregar al hijo en adopción. Estas acciones deberán ser llevadas a cabo en lo posible dentro de programas integrales de atención de adolescentes, con personal de las áreas médica, social y psicológica, que funcionen como equipo.
  3. Prevención terciaria: Se refiere a las recomendaciones y medidas dirigidas atender el control de la evolución del niño y de sus jóvenes padres.
    • Vigilancia del vínculo madre-hijo, padre-hijo, prestando atención a signos de alarma.
    • Favorecimiento de la reinserción laboral de la madre y el padre si corresponde.
    • Seguimiento médico integral del joven padre, sea cual fuere la situación en la que se haya ubicado frente a su compañera y su hijo.
    • Asesoramiento adecuado a ambos para que puedan regular su fertilidad, evitando la reiteración compulsiva de los embarazos con intervalo ínter genésico corto.
    • Creación de pequeños hogares maternales para las jóvenes sin apoyo familiar, que además de alojarlas las capaciten para enfrentar la situación de madre soltera y la prevención de un nuevo embarazo no deseado
 



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