Patología del posparto


La patología del puerperio (esto en las situaciones anormales no deseadas) puede agruparse en tres grandes entidades: las hemorragias, las infecciones genitales y mamarias, y los trastornos urinarios.

Afortunadamente son poco frecuentes aquellas que revisten gravedad. No obstante, como hemos dicho, la puérpera está en situación vulnerable frente a las infecciones y cuando éstas se presentan deben identificarse correctamente y tratarse precozmente.

Las hemorragias
Pueden deberse a la retención de tejidos placentarios (que deberán en la mayoría de los casos extraerse mediante un raspado uterino), la falta de contracción del músculo uterino (atonía), que por lo general se corrige administrando fármacos con acción similar a la de la hormona oxitocina, y menos frecuentemente a problemas de la coagulación o acompañando síndromes infecciosos.

Las infecciones genitales
Pueden ser externas o internas. Las primeras corresponden a las heridas de los desgarros o episiotomías. Por lo general son más molestas que graves, pero no deben descuidarse pues son una posible puerta de entrada para infecciones internas de mayor severidad. Consulta de inmediato si tienes fiebre, dolor o fetidez. Por lo general curan rápidamente con la administración de antibióticos (que no perjudiquen al bebé si se está amamantando), buena higiene, reposo y hielo local.

La "endometritis" o infecciones del tejido interior uterino son las que más deben preocupar, tanto por su gravedad en agudo como por las secuelas que pueden dejar. Consulta de inmediato si tienes "loquios" de feo aspecto y olor, fiebre y/o dolor en el abdomen inferior.
Estos cuadros requieren muchas veces internación en la maternidad, administración de sueros, antibióticos y la realización de análisis. En estos casos los obstetras suelen requerir la asistencia de infectólogos y especialistas en "medio interno".
Ocasionalmente la gravedad de una infección puerperal puede repercutir a nivel del funcionamiento de los riñones y obligar a una internación en sala de cuidados intensivos.
El diagnóstico correcto y el tratamiento precoz son los principales aliados de una pronta recuperación. Consulta de inmediato y no te alarmes. Tu tranquilidad y la de tus familiares ayudará a un mejor tratamiento. Aunque debas alejarte momentáneamente de tu pequeño hijo, piensa que de esa manera pronto te restablecerás y podrás tenerlo nuevamente en brazos.

Las mastitis o infecciones mamarias
Suelen ser una molesta complicación del puerperio. Su mayor inconveniente además del dolor, es que interfieren el diálogo íntimo que establece la madre con su hijo cuando lo amamanta. No son graves, y la mayoría de ellas diagnosticadas y tratadas oportunamente curan en menos de una semana.
El enrojecimiento de la piel, frecuentemente precedido en unos días por el dolor que causan las grietas de los pezones, es el signo más llamativo. Puede asociarse a la palpación de un nódulo o induración de un sector de la mama. Siempre está presente el síndrome febril, que suele ser acentuado. Las infecciones mamarias son las que producen las marcas febriles más elevadas. Pero eso no es signo de gravedad necesariamente.
Hielo local luego de dar el pecho, buena higiene de los pezones y la precoz administración de antibióticos evitan por lo general la formación de molestos abcesos (que deberán ser drenados quirúrgicamente cuando no remiten con el tratamiento médico).
En ocasiones debe suspenderse transitoriamente el amamantamiento del lado del pecho afectado. Sólo en los casos más serios debe recurrirse a la supresión de la leche mediante la administración de inhibidores de la hormona prolactina.

Infecciones urinarias
El 5% de las puérperas presenta infecciones urinarias bajas (cistitis). No es una complicación importante, pero requiere extremar los cuidados de la higiene genital, ingerir gran cantidad de líquidos, y antibióticos. El síntoma clásico es la necesidad de orinar frecuentemente, que no debe confundirse con el aumento normal de la frecuencia de la micción que ocurre durante las primeras 48 horas del puerperio. Se asocia también la sensación de "tenesmo vesical" (seguir con ganas de orinar luego de haber vaciado completamente la vejiga). La fiebre es menos importante como síntoma, pero puede estar presente. Si aparece dolor lumbar no demores más la consulta, pues es signo de que la infección puede estar ascendiendo a los riñones.

Edgardo D. Rolla
Médico ginecólogo y obstetra

 

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