Cuando se desencadena el parto, el útero
se contrae de forma regular y progresiva para
facilitar la salida del bebé. Las contracciones
uterinas son fundamentales para el avance
del parto, además de condicionar la
duración y la buena marcha de éste.
Al iniciar el parto las contracciones
suelen ser regulares (vienen con la misma intensidad
y en intervalos fijos), y eficaces, ya que logran
que el cuello del útero se dilate.
Una clave para conseguir una buena dinámica
uterina es no intervenir hasta que el proceso
de parto se haya puesto en marcha. Y para eso
es necesario que existan contracciones rítmicas
(que duren 40 segundos y se repitan cada cinco
o diez minutos durante una hora) que sean capaces
de borrar y dilatar el cuello del útero.
Las tres fases de las
contracciones
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La primera fase de las contracciones es
la fase latente, y es cuando las contracciones empiezan
a volverse más frecuentes (cada 5 a 20 minutos)
y algo más intensas. No obstante, la molestia
es mínima. El cuello uterino se dilata y
se borra (adelgaza).
Algunas mujeres pueden no advertir que se están
empezando el trabajo de parto si sus contracciones
son leves e irregulares.
La fase latente suele ser la más larga y
menos intensa. Normalmente, ésta es la fase
en que la futura madre ingresa en el hospital. Se
efectúan exámenes pélvicos
para determinar la dilatación del cuello
uterino.
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La
segunda fase es la fase activa, en la que
el cuello uterino se dilata de 4 a 7 centímetros.
Las contracciones se vuelven más prolongadas,
intensas y frecuentes (por lo general, cada 3
ó 4 minutos)
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La
última fase se llama transición,
y en ella, el cuello uterino pasa de 8 a 10 centímetros.
Las contracciones suelen ser muy intensas, duran
entre 60 y 90 segundos, y se presentan cada pocos
minutos. Durante esta fase, la mayor parte de
las mujeres sienten la necesidad urgente de pujar.
No salir en seguida hacia
la maternidad
A menudo las mujeres llegan
a la maternidad con contracciones preparto. Muchas
de ellas son internadas y si en las horas siguientes
las contracciones no se declaran eficaces se las
inducen de forma artificial, generalmente con oxitocina.
Esto no siempre resulta eficaz para el parto: si
el estado del cuello del útero es favorable,
el goteo va a acelerar el parto, pero si no lo es el trabajo
de parto se prolongará. Por eso, cuanto mas
se respete el proceso natural de dilatación
mejor va a resultar todo. La embarazada no puede
saber si sus contracciones son eficaces pero si
puede controlar su frecuencia, intensidad y duración
antes de ir al centro de salud donde va a dar a
luz.
En caso de tener duda,
la mujer puede ir a la maternidad donde el obstetra
verá si las contracciones son útiles.
Luego allí puede esperar horas para ver si
se transforman y comienzan a desempeñar su
rol o se desvanecen.
Si la bolsa amniótica no está rota,
la dilatación es de menos de 3 centímetros
y el bebé se encuentra bien, la madre podrá
volver a su casa. El parto podrá comenzar
unas horas o unos días más tarde.Hay
que mantener la calma y esperar
Cuando comenzaron las contracciones
la mamá debe mantener la calma, moverse,
cambiar de postura y tratar de concentrarse en
lo que está sucediendo.
Los movimientos ayudan mucho, alivian las molestias y favorecen
al descenso de la criatura. La mamá puede
caminar y optar por la postura en la que se encuentre
más cómoda (en cuclillas, apoyada
hacia delante, a horcajadas sobre una silla, entre
otras).
En la maternidad puede suceder que sea necesario
estar conectada al monitor
fetal, pero se puede preguntar si se debe
permanecer acostada o si se puede sentar, recostar
o incluso ponerse de pie.
Otra forma de beneficiar las
contracciones y, de paso, aliviar el dolor es tomar una ducha caliente.
El exceso del monitoreo y otros controles puede llegar a hacer que la
madre segregue un exceso de adrenalina y catecolamina,
sustancias que bloquean las contracciones, frenando
el trabajo de parto. Si la mujer se bloquea por
culpa del miedo, las contracciones también
se van a bloquear, por eso, a veces es conveniente
dejar que el cuerpo actué libremente.
Para que esto suceda es recomendable que la madre
permanezca en un ambiente tranquilo, con poca
luz, en agradable compañía y con
pocas interrupciones médicas.
El papá también puede ayudar haciéndole masajes para
relajar las zonas con mayor tensión como
la zona lumbar, la cara interna de los muslos
(friccionando de arriba hacia abajo) y la zona
del sacro (masaje circular con los dedos pulgares).
Sería de mucha ayuda llevar un casete con
los temas favoritos de la pareja porque la música es un buen
medio para relajarse y recordar momentos agradables.
Es muy importante la actitud de la partera para
la evolución de los hechos. Si se logra
una buena conexión entre la partera, la
embarazada y el obstetra, el parto va a transcurrir
mucho mejor porque la madre se va a sentir más
tranquila y confiada. De esta manera podrá
colaborar y participar de forma activa en su parto.
Una vez que el proceso inicio de manera adecuada,
las contracciones no tienen por qué parar,
lo normal es que aumenten a menos que se halle
algún problema.
Lo que puede suceder es que sean débiles
(hipodinamia), por una desproporción entre
la cabeza del pequeño y la pelvis materna
o porque el útero agota la capacidad de
contraerse (cuando el parto se prolonga demasiado).
Asimismo puede suceder que las contracciones sean
intensas pero ineficaces (hiperdinamia), por una
mala posición del bebé o porque
el parto fue provocado de manera artificial.
En casos como esos, el obstetra toma la decisión
de qué medidas tomar para evitar el sufrimiento
del feto.
Epidural: puede atrasar
el parto
Empleando el analgésico epidural,
las contracciones pierden su intensidad, lo que
puede llegar a ralentizar la evolución del
parto. Es importante que sea administrada en el
momento adecuado, cuando la dilatación es
de al menos 4 o 5 cm. para que el proceso no se
ralentice demasiado.
Una vez suministrado el analgésico la madre
no podrá mover las piernas y deberá
permanecer en la cama recostada, una postura que
no facilita el descenso del pequeño.
Es primordial recurrir a la oxitocina para recuperar
una buena dinámica uterina. Aunque se recupere,
la mujer ya no podrá ayudar empujando en
el expulsivo. A veces, hay que sacar a la criatura
con fórceps.El reloj no sirve en el trabajo
de parto
Hay veces en que todo pasa
tan rápido y otras en las que se prolonga
por días. No hay una duración predeterminada,
lo único que manda es el bienestar del
pequeño.
Acelerar el ritmo de un parto, rompiendo la bolsa
o usando oxitocina, puede causar un efecto contrario
como que el bebé no pueda descender ya
que no tuvo tiempo para colocarse de la manera
correcta.
Cuando algo así sucede es necesario utilizar instrumental o practicar una cesárea.
Por suerte, cada día hay más profesionales
que huyen de la intervención excesiva y
ayudan animando a las mujeres a que tomen un papel
más activo en el nacimiento de sus hijos.
Hay que informarse de manera adecuada sobre los
riesgos de cada intervención y estar bien
preparada para el parto. Solo de esta manera se
va a lograr tener una experiencia satisfactoria.
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