Cuando hay dificultad para el descenso o la
expulsión de la cabeza del bebé,
en ciertas oportunidades pueden emplearse
distintos instrumentos que ayudan "artificialmente"
a extraerla.
La historia abunda en diferentes adminículos
que se fueron sucediendo a lo largo de los
siglos para ayudar a terminar los partos vaginales
que se detenían o dificultaban.
Un poco de historia
Pero no fue sino hasta
que la familia Chamberlein en Inglaterra, a fines
del siglo diecisiete perfeccionara un instrumento
y la técnica para su empleo, que se difundió
la utilización del fórceps, el instrumento
médico por excelencia que permite la asistencia
externa en el parto
vaginal.
Esta familia mantuvo en absoluto secreto su habilidad,
por lo que eran requeridos de todas las cortes
en los casos de partos difíciles. Solamente
en el siglo dieciocho, un descendiente de Pedro
Chamberlein decide vender su instrumental, dando
comienzo a la generalización del empleo
de este sistema por los obstetras más capacitados.
El forceps hoy
En esas épocas no se hablaba de bienestar
fetal ni importaban los resultados del parto en
lo referente a la salud del recién nacido.
Lo que se tenía por objeto era simplemente
terminar un parto detenido, independientemente del
resultado final.
La difusión de las
escuelas neonatológicas, y la importancia
cada vez mayor que le dan los obstetras a la calidad
de hijo que entregan a sus padres, han determinado
una abrupta caída en el empleo de estos
instrumentos. Muchas veces dañaban al bebé
y a la madre. En la mayoría de los casos
se prefiere terminar el parto por operación
cesárea.
Solamente se emplea el fórceps en casos
excepcionales, cuando el bebé ya está
bien abajo, cerca del final del canal del parto.
En estos casos son pocos instantes durante los
cuales se somete al bebé a la presión
del fórceps, y esto es sin duda mejor para
él que la asfixia que produce el retraso
en salir la cabeza al final del parto.
Antiguamente se empleaba el fórceps para
hacer descender al bebé 10 o más
centímetros. Hoy sólo lo utilizamos
para los últimos 2 ó 3 cm.
Esta práctica limitada del fórceps
es generalizada. Es la excepción que hoy
deba recurrirse a un "fórceps alto".
Por otra parte, se tiene especial cuidado en no
presionar demasiado la cabeza del bebito con el
fin de no dañarlo. Es casi como si se tratara
de un "calzador". La verdadera fuerza
expulsiva la hace la mamá, que debe pujar
con toda la fuerza que aún posea.
Si el fórceps se emplea
muy al final del parto, durante breves instantes,
y se ha procedido previamente a efectuar una episiotomía
con anestesia
local, puede prescindirse de anestesia
general. Por supuesto que ésta no es necesaria
si se había aplicado anestesia peridural.
No obstante, en ciertas ocasiones, se debe recurrir
al empleo de anestesia
general para efectuar un fórceps. Insistimos
en que hoy en día esto es excepcional,
ya que cuando se prevé este tipo de circunstancias,
se opta por una cesárea.
Si tienes que transitar un
parto con fórceps, no pierdas la calma
ni te asustes. Simplemente sigue atentamente las
instrucciones del obstetra y la partera. Ayuda
con fuerza cuando te lo indiquen. Muchos obstetras
utilizan el fórceps con disimulo, y sólo
luego de que nació el bebé le comunican
a la parturienta que fue empleado. Muchas se sorprenden
por no haber sentido nada especial (sobre todo
si se empleaba anestesia peridural
durante el parto).
Otros
instrumentos
Otras escuelas han concebido instrumentos aparentemente
más sencillos y menos dañinos.
El de empleo más universal es el denominado
"vaccum extractor". Está muy
difundido su uso en Europa, pero en nuestro medio
no ha conseguido demasiados adeptos.
Es verdad que no requiere tanta destreza para
utilizarlo, pero no es cierto que sea menos traumático
para el bebé. Se trata de una ventosa que
se coloca adherida a la cabecita y de la cual
se tracciona hacia abajo. Es una alternativa más
cuando las cosas no suceden normalmente.
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